En la hora final
quiero comprender
la geometría
de un nido.
Un nido
ofrenda
de plumas
y cantos.
En la soledad
las alas de los polluelos
prófugos de cielo
sorprendidos de ramas
y musgo seco.
Ese día
quiero escuchar
la melodía
entre las piedras
de la cascada
la onda infinita
de alivio para el viaje
y en el último instante
definitiva la mirada,
los párpados abiertos
al iris del silencio.
Agazapada una lágrima
hacia las sombras
del adios.
Todo Visto.
Todo cumplido.
Libro Flor de Arizá
Ángela Penagos Londoño
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