Angelal

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El amor es una estación de preguntas y la luna lámpara de sombras sobre el cielo.

En mi voz de mujer




viernes, 18 de agosto de 2017

Angela Penagos, maestra de las letras y las almas - palabras de Andrea Halaby




Ángela, nacida de los ángeles, volátil, terrenal, mujer alada. Hoy voy a hablar de Ángela. Mujer y poeta. Contadora de historias y madre.

Tuve la fortuna de conocerla en los principios de la vida. Recorrí con ella varios años, con la fortuna de oir sus carcajadas y sus historias. Ella, madre y esposa, hermana, amiga, dulce, enamorada de la vida y todos sus rincones, siempre sembrando jardines e inventando parques de diversiones. Confieso que nadie a su lado puede evitar sonreir, o abrazar, o sentir el pálpito siempre constante de su corazón acelerado. Tuve la fortuna de verla ser madre. De verla amar a sus hijos como se ama a la vida misma, sin límites o precauciones, amor que hoy se multiplica al abrazar sus nietas, la transmutación perfecta del amor puro. Se entregó siempre, a todos los amores y a sus niños que hoy son hombres inmensos, y su mayor fortuna, Ángela en piel, la que tantos conocemos y la que inspira a tantos otros que la siguen, en su caminar iluminado y aire ligero de equipaje.

Ángela es poeta. De las más grandes. Maestra de las letras y las almas. Lleva la palabra en la sangre, desde los inicios de su infancia, tatuada por sus padres y el círculo indestructible de sus hermanos. Ella lleva la poesía como si fueran alas, desplegada, abierta, derramada sobre todos nosotros como agua bendecida. Ella abona los caminos de las historias bien contadas, de la naturaleza misma, del cuerpo hecho for o rocío. La mujer que escribe sus propias vivencias, la de los otros la que está atenta a las preguntas, a las dudas, y logra sanar con sus palabras precisas, las que deja impresas en sus libros para que no se olviden.

Ángela es flor, es la raíz que se alimenta de la tierra y florece iluminada. Su libro, el que celebramos es una oda a la vida misma, a los recuerdos, al cuerpo y al espíritu. "Flor de arizá" se celebra en tres partes, una trinidad absoluta que se recorre con la dulzura y fuerza de cada palabra.

"Raíz de Soles" habla de lo íntimo, de su madre, de la infancia, de la piel cuando arde en pasiones, de la naturaleza y su magia. De lo que se gana y se pierde. De los recuerdos que transitan y los olvidos. En susurros reclama, exige, ofrece, se entrega al universo y suplica entre voces...

"Si te dijera
que estoy ligada a lo invisible
al único derecho que me queda".

Ahora devuelvo mi voz
que pide ser oida"

"Florescencia" es juntar el amor en los puntos precisos dice Ángela, perfumar las horas, envolver las curvas, los vértices, las esquinas, es la "Geografía de beso", como dice la mujer poeta, "renovar la sangre como la flor al abrirse". Es un canto al amor, a la sensualidad de las sombras y las luces. Aquí se "conjura el alma" y se invita al vuelo de los colibríes en celo.

"Linaje de polen" es el "aliento de la vida". En sus páginas se desnuda el cuerpo, se llega a la profundidad del ser, al vértigo de la pasión, donde "La tristeza nos atraviesa el alma y nos deja la piel en carne viva". Se recorre la soledad en forma de plegaria. Se palpita, la muerte llega a la orilla, se hacen nidos de plumas y cantos. Es el resumen de la poesía en su esplendor. La poesía amatoria, las palabras exaltadas y laureadas, las letras que se vuelven tatuajes y permanecen en la tierra que fertiliza todas las flores.

Le entrego entonces, como se entregan los regalos más sagrados, a la mujer poeta y a su flor más reciente: "La flor de arizá".

Arizá
Arizá
flor sustantiva
en la hondura del fuego.


Muchas gracias

Andrea Halaby

Agosto 2017

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