Soy del linaje de las visionarias donde se alzan los azules.
Esculpo en bronce mi halo lleno de gracia y pulo su forma teñida de
maíz y cordillera.
Mi boca se abre con verbos, adjetivos y esdrújulas y sigue el camino
que no puedo evadir. El silencio es luz de agua, oráculo de revelaciones.
Un ave cruza en la memoria y mi ojo interior atraviesa la pirámide inversa
y los mascarones de proa en la navegación segura de mi ser.
Ha llegado la hora luciente de anunciar mi voz que crece y se alza hasta
alcanzar la placenta en la hondura del cosmos.
Escucho mi respiración sorprendida por el primer rayo sol,
vector de lo sagrado en este espacio de luz y sangre.
Angela Penagos Londoño
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