
Es necesario tener un lápiz azul con punta delgada.
Deslizar suavemente en papel bambú, pintar la silueta deseada.
Puntear la forma del corazón y pintarlo de rojo encendido, no olvidar juguetear con la ternura de su sombra.
Crear su mirada con la profundidad del mar.
Vestirlo a la usanza antigua.
Colocar una capa que cubra la espalda.
Acariciar sus bucles delicadamente.
Pintar brillo en sus labios y hacerlo sonreir.
Escuchar solo palabras livianas y dulces.
Cuando quedes encantada, hazle la venia.
Retira el lápiz del papel y recuerda que los príncipes azules también se destiñen, su color se desprende desde la esquina del cuarto y el amor que pudo ser amor se va como una cometa perdida en la tarde.
ÁNGELA PENAGOS LONDOÑO
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