Soy mujer tostada de sol y luna. Mi evangelio son las letras del alfabeto desparramadas en el temblor de una rosa.
Angelal
En mi voz de mujer
domingo, 22 de enero de 2017
UVA -Ilusión verde- El Poblado - Medellín
A plena luz del día
Ángela Penagos Londoño
Fue un soleado sábado de Febrero al mediodía. Nelly la empleada trajo la noticia:
“Quitaron la tela verde que cubría la UVA, ahora sí podemos entrar”
La sonrisa de Valeria, Emma y Alicia me animaron a ponerme los tenis para
emprender el ascenso.
Nos acercamos desde el fondo del sendero entre hileras de árboles, mientras caían las hojas que se arremolinan un instante en el aire. Las niñas seguían de largo, se sentían libres, ágiles y felices
La primera sorpresa que nos encontramos fue el iglú de saltos. Entraron y se volvieron baile sin forma desafiando la gravedad. El mundo seguía andando es cierto, mientras ellas posaban sus brincos en mi corazón estacionado en su risa.
Ser abuela exige progresos en la propia vida. Es permitir que se nos asome el alma, el amor, lenguaje que necesitamos para amarillear la existencia.
Continuamos. La montaña resguarda la belleza nativa. Allí escuchamos las voces de los pobladores del lugar, donde se guarda el sonar del agua y la siembra. La bondad del paisaje es desbordante. A nuestro paso vimos la sonrisa abierta de otros niños. Pequeñas manos elevando cometas de vivos colores en la inmensidad del cielo. Aquí hubiera querido soltar la cometa que elevé con mi padre en el mes de Agosto de mi infancia.
Pasamos por el gimnasio urbano donde los jóvenes desafiaban el movimiento con toda la fuerza de sus cuerpos. Por aquí circula la vida, me dije. El ejercicio es un camino inagotable que vibra haciendo alma, cuerpos como ovillos tejiendo sueños.
Sus cuerpos pequeños, graciosos y menudos trepan como enredaderas la montaña hasta llegar a la zona del picnic. Ahora van haciendo rondas y el azul es un enorme tunel de luz mientras una golondrina se mece a la distancia. Aquí tomé aire y descansé mientras ellas enrollaban la vida en juguetones círculos.
Cuando pasamos por el corredor que lleva a la biblioteca encontramos grandes marimbas y tambores. Ellas se acercaron a tocar esos instrumentos con sus dedos pequeños y una ronda de sonidos nombraron la felicidad.
Bajo el sol en retirada me di cuenta que era hora de regresar a casa y llenar la mochila de saudades.Convencer a Valeria, Alicia y Emma no fue fácil. Les conté mientras caminabámos a casa que los puntos cardinales no son cuatro: oriente, occidente, norte y sur, sino cinco, como los concebían los pueblos aztecas, siendo el principal de todos el quinto: el sitio donde estamos parados. Espero que esas enseñanzas queden guardas en algún lugar de su memoria.
El mundo inventado por la UVA-Ilusión verde se quedó por siempre en nosotras y tenemos la certeza que regresaremos sin afán para deslizarnos por los sueños de esta tierra prometida que se ofrece generosa para el disfrute de los niños, jóvenes y adultos. Encendimos hoy esta florescencia del vivir.
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