Angelal

Angelal
El amor es una estación de preguntas y la luna lámpara de sombras sobre el cielo.

En mi voz de mujer




miércoles, 25 de julio de 2012

Del escritor Antonio Botero Palacio

DIVAGACIONES EN TORNO A LA OBRA “ECOS DE MARIMBA”, DE ÀNGELA PENAGOS LONDOÑO.

Desato las sandalias para llegar al templo de tus sueños, Ángela Penagos estoy escribiendo con los ojos cerrados para penetrar en tus sueños.
El llanto congelado de las lágrimas furtivas va rompiendo el cristal de los piélagos donde aúllan los canes de la miseria humana.
Y, un sabor de nostalgias va destilando el rastro que dejaron las huellas de una raza cautiva.
Sones doloridos de marimbas pulsadas por manos sarmentosas que escribieron ausencias, van lanzando a los vientos las voces que silenció la muerte.
“A bordo de un bajel sin viento”, signos de ausencia aúpan la trashumancia de destinos inciertos, y, mientras tanto, en la casa de Belén, como en La Casa Grande que hicieran mis abuelos, arde la soledad, muerde el silencio, y, se estremece el sueño de los viejos tejados que allá por otras lunas fabricaron las manos  anquilosadas de sueños patriarcales.
En La Casa Grande también “la ventana guarda el tiempo del sueño y la guitarra”, y, en noches de plenilunio se estremece el paisaje con el vibrar de cuerdas que ataron corazones sobre la media-luz de una luna enfermiza que fue testigo del cadencioso lenguaje de serenatas  campesinas.
Y, fíjate Ángela, cómo allá sobre el pasado, “cuando papá llamaba a recoger palabras en la inmensidad del patio, pájaros, castillos, duendes, caballitos de mar caían en mi mochila tejida de esperanza niño”.  
¿Cómo hiciste, buscadora de sueños para volverte enredadera florecida, en torno a mis sueños de niño?
Gracias Ángela, bebí de tus recuerdos y estoy ebrio de sueños.


Ángela Penagos, rumor de sueños que hiere las distancias que miden la existencia.
Voz enhebrada en filigranas de oro para adornar las carnes amoratadas de quienes buscan lo inasible en los recovecos de la soledad y del olvido.
Retazos de inocencia que amortajan los sueños de los niños que buscan en las noches los héroes que compartieron sus sueños fantasiosos en la última fábula que les leyó el abuelo.
Acá, bajo la lluvia de soles que tú sueñas, eres tú  Ángela, la que abre la mañana de las flores, la que entiende el arpegio con que aduermen las mirlas las tardes de verano.
Acá estoy, Ángela bajo las sombra de estos guayacanes, que así, tendidos sobre la piel rugosa de esta tierra reseca, parecen retazos de arreboles que arrastró la ventisca desde un ayer lejano que sepultó luceros vesperales.
Yo, también “soy viajero entre los otros donde cruza un río nuevo”
Yo, también, Ángela, me he perdido en tus sueños.

Antonio Botero Palacio
Julio 19/2012.



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