
DADORA DE FUEGO
Me entregué complacida
al vaivén de tu océano
sentí el grito del alcaraván
y el plácido vino
de la noche.
Ungida
en los pliegues santiguados
de mi orquidea.
Soy dadora
resplandecida
!Si!
cuando rebosas
y celebras
delirante.
Ungüento de sol
colgado en la
ternura de las horas.
Ángela Penagos Londoño
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