
Son ángeles de hibernación
vuelan sin cadenas
y descienden abrazados
al solio de la flor.
Los enamorados
son vigilantes del vacio
en medio del mundo
sostienen el violeta
del poniente.
Son parte del cielo,
husmean y se interrogan
en la sortija
de la sombra
y salen a tender sueños
por la puerta del día
Los enamoradas son dueños
de la verdad,
ven la música del trigo
y se dan besos bienaventurados
en la geometría de los labios.
Desbordantes,
esperan la noche
y se hunden
a la hora justa
de sus corazones en riesgo.
Y el colibrí en lo alto del guayacán
al verlos,
aletea más los pétalos
y alfombra de amarillos
los deseos.
Ángela Penagos Londoño
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